A medida que pasa el tiempo, la contaminación radiactiva a largo plazo se habrá extendido por amplias zonas y tardará décadas en disiparse. El riesgo principal son los problemas de salud para la población, y la continua contaminación de los alimentos. Grandes áreas alrededor de la central nuclear se mantendrán inhabitables, y las consecuencias de esta crisis continuarán por décadas.
El desastre de Fukushima en Japón junto al de Chernobyl son los más altos en el sistema INES de accidentes nucleares. La historia de la energía nuclear es una historia de accidentes, desde colapsos parciales a fugas radiactivas, hasta fallas en el sistema interno. Los registros muestran que estos accidentes no se limitan a un tipo particular de momento histórico, país o tipo de reactor. Esto pone de relieve lo que Greenpeace ha estado advirtiendo durante décadas: La energía nuclear es inherentemente peligrosa.
Países como Alemania y Suiza ya presentaron planes para abandonar la energía nuclear en 2022 y 2034, respectivamente. Italia, por su parte, realizó un referéndum en junio donde el 94% de los votantes rechazó la energía atómica. Francia, una de las principales potencias nucleares del mundo, consideró un escenario libre de energía atómica para los próximos años.
"Mientras tanto, Argentina insiste en que la energía nuclear puede aportar una solución al problema energético nacional, firmando contratos para la extensión de la vida útil de Embalse, inaugurando Atucha II en breve, y pensando construir una cuarta central nuclear", concluyó Ernesto Boerio, integrante de la campaña Clima de Greenpeace Argentina.
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